miércoles, 17 de abril de 2013

La última carta de Bella a Edward.


La última carta de Bella a Edward.
(Fan Fic de la saga Twilight de Stephenie Meyer)

Esta es una historia alternativa, lo que hubiera sucedido si Bella decidiera terminar completamente con Edward antes de que él se marche en el libro de Twilight Saga: New Moon. Espero lo disfruten.

Edward me dijo que lo nuestro había terminado, que era lo mejor, que ya no podía seguir conmigo, se marcho dejándome en el bosque, después de lo que paso en su casa con Jasper, casi quede anonadada por aquello.

No sé qué hubiera pasado si él no hubiera sido el único en salir de control, no quiero ni pensar en que Edward tuviera que lastimar a su familia por mí.

Regrese a casa corriendo aun desconcertada, el había dicho que se iría, que no  lo volvería a ver, pero no quería que hiciera eso… No por mí el tiraría a la borda todo en lo que había trabajado tanto tiempo.

Entrando en la casa vi a Charlie, estaba mirando el beisbol de nuevo en la televisión.

-Hey…- dije mirándolo- Iré a mi habitación. ¿Puedo tomar el teléfono?-le pregunte aun algo desconcertada.

-Claro Bella no tienes que pedirlo… ¿Paso algo?- se acerco con una mirada exploratoria que me hiso reaccionar un poco.

-¡No!... Estoy bien solo hablare con Alice- le sonríe, tome el teléfono y subí a mi habitación, marque el numero de la casa, entonces Alice levanto la bocina.

-Bella… que sorpresa- dijo la vocecita al otro lado de la línea.

-Alice no me digas que no viste que te llamaría- sonreí un poco.

-Claro que lo vi, ¿Por qué crees que he sido yo quien contestaba? Oye realmente lo siento, tenemos que salir…pero supongo eso ya lo sabes- me dijo un poco seria.

-Alice no pueden irse, ¿Puedes venir a mi casa en diez minutos?- pregunte mordiéndome un poco el labio inferior, esperando que lo entendiera.

-Bella, no creo que funcione… el ya tomo la decisión de irse- me dijo tajante mientras yo buscaba entre mi mueble una libreta y una pluma.

-Solo quiero que le entregues algo, si después quiere marcharse esta bien… te veo en diez minutos- colgué el teléfono sin escuchar su respuesta y comencé a escribir  una carta que iría dirigida a Edward.



Edward:
Yo… realmente no sé cómo escribir una carta, quizás porque nunca lo he intentado, pero sé que este es el momento correcto para hacerlo.

Sé que últimamente pasa por tu mente todo lo relacionado con mi bienestar y piensas que no eres bueno para mí como desearías serlo, y yo aunque he tratado de luchar contra esa idea sé que me será imposible ganar.

Ayer, después de lo sucedido con Jasper entendí muchas cosas que tal vez tu ya entendías y lo siento por ser tan descuidad y distraída, por ser tan torpe y casi por parecer un imán a los problemas.

Entendí que ambos pertenecemos a mundos diferentes, que quizás después de todo y a pesar de lo mucho que hemos luchado por sacar esto adelante, las cosas no terminen bien.

Y no es solo que lo piense, porque puedo verlo en tus ojos, puedo ver en ti la angustia, la desesperación.

Cuando nos besamos te retienes, dime algo… ¿Eso te causa dolor? ¿el estar cerca de mi?… ¿Como contienes tu deseo de beber mi sangre?… Se lo difícil que podría ser, es como si a una persona alcohólica le pusiera una botella enfrente cuando ella trata de rehabilitarse, es un tormento, algo difícil y doloroso y no quiero que pases por eso.

Sé que por amor hacemos muchos sacrificios…

Pues este es el mío.

Desde hoy he decidido alejarme de ti, para no causarte dolor ni una preocupación constante.

Puedo prometerte que no tendrás que permanecer cerca de mí, que a pesar de todo lo que mi corazón sea capaz de sentir y de lo mucho que va a sufrir dejare que te alejes…

Gracias por demostrarme que el mundo puede ser mágico, que existen más cosas allá de lo quela vista humana pueda adivinar, pero vamos… Solo soy la chica humana que soñó alguna vez con superar las diferencias entre razas. Pueden llamarme idealista por eso y estaré orgullosa de decir “lo intenté”.

Espero que donde estés, te encuentres de maravilla.

Te quiere
Bella Swan

P.D: Hoy en Forks fue un día soleado… después de todo.

Al terminar de escribir la carta escuche el timbre de la casa y la voz de Charlie diciéndome que Alice estaba en la puerta, sonreí un poco y baje después de meter la carta en un sobre improvisado.

-Alice… me alegra verte aquí- dije acercándome mientras Charlie volvía confundido al sofá

-Solo tengo unos minutos Bella- me dijo mirándome con aquellos ojos compasivos que siempre tenía en situaciones difíciles, me preguntaba si era un gesto que había aprendido de Esme.

-De acuerdo toma, me gustaría que la leyera antes de que se fuera… quizás nada de esto sea necesario- le dije en un suspiro aun desconcertada por la rapidez de todo

-No lo sé Bella ya sabes cómo es…- dijo tomando la carta y guardándola en su bolso

-“Complicado”- dije completando su frase y sonriendo mientras metía mis manos a las bolsas de los jeans.

-Me tengo que ir, te hare saber cualquier cambio de parecer-dicho eso me dio un abrazo y una suave brisa sacudió la entrada, suspire incapaz de mostrar algún sentimiento, esta era la última vez  que Edward Cullen sabría de mi y no por que se fuera si no porque yo lo había decidido por bien de los dos.

¿Qué sucede cuando realmente sales del corazón de la persona que te amo?


Estaba recostada entre las cuatro paredes de mi habitación cuando por fin abrí los ojos y me di cuenta que en realidad estaba dentro de tu corazón.

Comencé a recorrerlo como un desquiciado dentro de un cuarto acolchonado, tocando cada pared, podía ver como tu corazón grababa en su interior cada parte de mi cuerpo, hasta que al final pude encontrar una puerta un poco extraña, la cerradura estaba bajo llave, una llave singular que tenia la forma de un corazón, gire la vista hacia uno de los rincones y entonces encontré una caja de cristal, era hermosa, transparente y fina… pero más hermosa era la daga dorada que se encontraba dentro, de oro con detalles de marfil y diamante.

Entonces la desesperación llego a mí de nuevo y con fuerza rompí aquella caja de cristal, saque la daga y mirándola fijamente camine hasta la puerta, la empuñe con firmeza y la clave con fuerza en mi pecho formando una cruz, para después sacarme el corazón y ponerlo en la cerradura de la puerta, amoldaba perfectamente, lo gire y entonces la puerta se abrió, trate de resistir lo que pude hasta dar un paso fuera de tu corazón y entre la intensa y dolorosa agonía comprendí todo…

Yo… había estado dentro de tu corazón, tú me habías amado, aquella caja de cristal representaba tu pureza, tu bondad, aquella que yo había destruido con tal facilidad y  fiereza, la daga representaba tu fuerza, tú empeño por ser lo mejor para mí… y yo la había usado para sacarme el corazón… Lo entendí… tuve que morir para salir de tu corazón… yo misma me quite la vida sin dudarlo, sin darme cuenta de lo que hacía, hasta ahora que agonizo en la espera de la muerte y pude comprender lo que perdí. A ti…

Una historia más


Introducción:

La noche es lenta mientras miro el cielo, la luna pareciera que no se mueve de su sitio mientras la observo atenta a través de mi ventana, y el viento sopla suavemente meciendo las hojas de los arboles, a lo lejos veo pequeños resplandores dorados, las luces de una ciudad que parece nunca descansar, y en un casi silencioso susurro escucho el tren… apenas son las 12 de la noche, la que promete muchas cosas con el aparecer de las estrellas.

Me recosté un poco mientras seguía mirando la luna, pensando en cosas sin sentido, como lo que haría al día siguiente, o lo que me pondría al  levantarme por la mañana… como dije cosas sin sentido, entonces se me ocurrió tomar mi portátil y comenzar a escribir.

La inspiración fluía gracias a la grata compañía de ese cielo estrellado y magnifico del anochecer, pensaba en escribir una historia como muchas otras pero entonces me di cuenta de que desperdiciaría mi maravillosa noche escribiendo algo que a la gente le resultaría muy aburrido y común.

Pasaron los minutos mientras yo seguía pensando que escribir, divagando en mis ideas extrañas y divertidas a la vez, quizás la historia de un pulpo gigante que proviniera de Marte… o mejor aún, la historia de una princesa galáctica.

En la casa solamente se escuchaba el eco de mis risitas por mis disparates.

-No creo que a la gente le agraden ese tipo de historias, quizás para un comic estaría muy bien, pero no creo que haga un best-seller con este tipo de historias.-

Una vez más di una hojeada a una de mis libretas sobre historias que había escrito de pequeña, si lo veía de cierto modo siempre había tenido una gran imaginación para inventar historias que mantenía a la gente atenta cuando comenzaba a contarlas.

Entonces tome una de mis libretas más antiguas y comencé a leerla, ahí comenzó la diversión, encontraba frases y versos incompletos, y una pequeña historia de la cual podía sacar demasiadas ideas si me esforzaba en pulirla y trabajarla como haría una gran escritora.

Me senté en el escritorio y adapte el portátil para poder trabajar a gusto, abrí las cortinas y la luz de la luna aun seguía alumbrando mi dulce obscuridad.

-Como podría arreglar esto- torcí un poco la boca pensando y jugueteando con un lápiz en la mano izquierda mientras con la otra tocaba suavemente el teclado.

Entonces comencé a leer lo que ya había escrito, era la historia de dos hermanos, de una familia rica de Inglaterra… con muchos errores, propios de una niña de 14 años, aunque ciertamente la historia tenia cosas muy interesantes, sonreí y aunque trataba de evitar reír por lo que leía era casi imposible, apenas y podía creer que así había comenzado con esta idea atrevida de convertirme en una gran escritora.

Seguía leyendo mientras el tiempo corría a mis espaldas, receloso de contar bien cada segundo para llegar a un nuevo día y yo luchando contra la fatiga y el sueño.

Esto de estar de mudanza era algo agotador… todo el día habíamos cargado cajas, muebles, bolsas, parecía casi imposible acomodar todo, cerré los ojos un rato mientras mi cerebro trabajaba tratando de enlazar algunas palabras y formando pequeños párrafos para comenzar a escribirlos.

Entonces después de tanto meditar, abrí los ojos y…¿Cuál fue mi sorpresa?

¡Ya era de día! O al menos eso me decía el sol que poco a poco entraba por el borde de la enorme ventana de mi habitación.

-Bueno quizás otro día pueda continuar…- suspire decepcionada de dejarme llevar por el cansancio y el sueño en lugar de poner a maquilar mi cerebro y comenzar a escribir algo digno.

Esa mañana hicimos muchas cosas en la casa, lo único bueno fue que por fin tenía electricidad. Si se han preguntado si es algo útil, yo les diría “Si! Lo es!”

No podíamos hacer casi nada sin ella, en cuanto la luz del sol se consumía para dar paso al anochecer, nos quedábamos casi en un silencio sepulcral, los pequeños ruidos en la casa, eran casi golpes fuertes debido al eco de un espacio vacío.

Rápidamente el día se nos escapo como los últimos cuatro. O mejor dicho, el tiempo corría lento pero mientras más tratábamos de arreglar la casa nos dábamos cuenta de que más cosas faltaban, y así se nos iba el tiempo.

Esperen un segundo… yo iba a escribir una historia, no a hacer un diario de mis días pesados con la mudanza, ni de mi vida personal, disculpen un poco mi distracción, es que al parecer tengo la facilidad de salirme del tema si no me concentro.

¿En que estábamos?

Ah sí… en mi idea de escribir una historia nueva y que no tuviera nada relacionado con los best-seller del momento, aunque debo admitir que me considero fan de Stephenie Meyer, Lisa Jane Smith, Patrice Michelle (como muchos lo notaran las tres son escritoras del genero vampírico, cada una con sus variaciones pero las tres muy buenas a mi gusto)

Entonces seguiré contándoles como logre escribir mi historia.

Una tarde así como cualquier otra, tome le portátil y la inspiración salió de la nada, esta vez era de día, el sol aun alumbraba en lo alto del cielo y se escuchaba movimiento en la casa, como subían por las escaleras y como bajaban, el sonido del estéreo en otra habitación, las conversaciones en el piso de abajo, afuera el sonido de los autos pasar, muy pocas veces, ya que el lugar era tranquilo, supongo que es algo que debo de agradecer, no soportaría vivir en un lugar donde cada dos por tres escuchas accidentes, patrullas, ambulancias, claxonazos…

Escuchaba el cantar de mi hermano en la otra habitación y eso me causaba gracia, también podría decir que me daba algunas ideas.

Así que prendí de nuevo mi portátil y me senté en la orilla de la cama… esperen!!! ¿Dónde está la silla de mi escritorio?... supuse que la habían utilizado y entonces centre de nuevo mi atención al portátil.

-Aquí vamos-  Pensé mirando el teclado y comencé a escribir.

Una historia más

Capitulo 1  -La idea de vivir-

Mucho se ha escuchado acerca de la vida en la vieja Inglaterra, sobre cómo eran las familias, y lo importante que era en ese entonces el dinero y la posición social, cosas que aún se conservan en ciertas partes del mundo.

Quien no ha escuchado hablar a gente de otros países quejarse por la esclavitud, por la recesión, por la forma en que la gente explota a las personas, o por como las mujeres aun siguen sin ser tomadas en cuenta.

Pues precisamente de esto trata la historia que les narrare.

Estamos situados en Inglaterra en el siglo XIX muchos pensarían que las cosas han cambiado pero yo puedo decirles que no.

La familia Le Blanc  era una familia de las más adineradas del país, puesto que el señor William Le Blanc  de apenas 27 años de edad, era heredero de un gran apellido y de una de las industrias más grandes de Inglaterra, que digo Inglaterra, mundial.

Contaban con sucursales a lo largo y ancho del planeta, lo cual por lógicas razones lo hacia uno de los hombres más ricos del mundo.

Su esposa, la Señora Rose Marie, un par de años más joven que él,  hija de uno de los inversionistas más poderosos de las industrias turísticas en Inglaterra.

Ambos unidos no por amor, pero si por una cosa en común que los había hecho pasar la mayor parte de su matrimonio felices, el deseo de dinero y la libertad para gozarlo.

Juntos comenzaron una vida lejos de su familia, pero no lo suficiente como para poder cobrar sus partes de la herencia y mantenerse al tanto del desempeño de sus empresas y su crecimiento monetario.

Al paso de los años, la señora Rose Marie, quedo embarazada, lo cual aunque no le molestaba era algo que no tenía importancia alguna para ella, puesto que estaba segura que su nana podría hacerse cargo mientras ella seguía disfrutando de su “divertida” libertad.

Su primogénito era un varón de nombre Adam, a quien acostumbraron a una vida solitaria, donde su única familia, era la nana Francesca y los sirvientes de la mansión Le Blanc.

Con el paso de los años, cuatro para ser exactos, Rose Marie volvió a quedar embarazada y para sorpresa de todos, tuvieron una mujer, a quien decidieron llamar Camille.

-Ahora Adam no estará tan solo- Pensó la nana Francesca al ver a la pequeña Camille a días de nacida en sus brazos, mientras sus padres estaban abordando su avión privado rumbo a Brasil, Rio de Janeiro.

Adam sentía una extraña curiosidad por su hermanita, al verla tan pequeña y darse cuenta de todos los cuidados que necesitaba. Por las noches se levantaba de la cama y caminaba de puntitas hasta la habitación de la cuna para verla descansar, entonces él solía tararearle una nana, que la ayudaba a dormirse profundamente.

Y después de horas de guardia, el volvía a su cama agotado, pero conforme por saber que su pequeña hermana estaba bien.

Francesca lo notaba pues escuchaba las pequeñas pisaditas del niño desde su habitación y a escondidas lo vigilaba, mientras en su interior crecía el amor hacia los pequeños, que para ella eran como sus hijos, hijos propios, de sangre, a los que cuidaría hasta el último suspiro.

Adam comenzó a crecer de una forma impresionante, al parecer el niño seria más alto que su padre y más fuerte, y la pequeña Camille seria más hermosa y delicada que su madre.

Los pequeños siempre preguntaban por sus padres a lo que Francesca siempre contestaba con una sonrisa tierna- Ellos están de viaje por asuntos de negocios, deben comprenderlos, ellos les dan todo lo que pueden para que estén bien y cómodos en casa- esa era la misma respuesta que dio por años.

Los pequeños se acostumbraron a la idea de vivir solos, con su única familia que era su nana y los señores que le ayudaban a Francesca con las cosas de la casa.

Aunque sonara extraño, ellos al ser herederos e hijos de las personas más poderosas de Inglaterra, crecieron con una bondad increíblemente grande dentro de  sus corazones, gracias a la ayuda de su nana, a la cual consideraban su madre…

-Continuara-